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Frases como «yo no sirvo para las matemáticas» se oyen, desgraciadamente, muy a menudo en las aulas (y en la calle). Para muchos estudiantes, las matemáticas son una asignatura difícil y frustrante. Por tanto, ayudarlos a superar esta sensación para mejorar su aprendizaje supone un reto. Pero, ¿qué es lo que hace que las matemáticas sean tan desafiantes para algunos? Y más importante aún: como maestro, ¿cómo puedes ayudarlos a superar estas barreras y a aprender a disfrutar de ellas?
La dificultad de las matemáticas
Una de las razones por la que las matemáticas resultan difíciles es porque requieren un tipo de pensamiento diferente al de muchas otras asignaturas; más lógico, sistemático y abstracto. Esto supone un desafío para los estudiantes que no se sienten cómodos con este tipo de pensamiento, que no han desarrollado aún habilidades fuertes de resolución de problemas o que presentan dificultades de aprendizaje directamente relacionadas con este tipo de pensamiento, como la discalculia.
Otra razón es la estructura jerárquica de las matemáticas, que requiere un aprendizaje muy secuencial: muchos de los nuevos conceptos se construyen sobre los conceptos que le preceden. Esto implica que, si un alumno no adquiere un conocimiento en un momento dado, le puede resultar difícil entender los conceptos que llegan después. Esto puede dar lugar a una sensación de «quedarse atrás» que, prolongada en el tiempo, se vuelve irremediable.
Además, es probable que algunos de estos alumnos desarrollen falta de confianza en sus habilidades matemáticas, lo que puede desencadenar experiencias negativas que no hacen más que alimentar estas inseguridades.
¿Cómo combatimos la sensación de dificultad en el aprendizaje de las matemáticas?
Entonces, ¿qué puedes hacer, como docente, para ayudar a tus alumnos en esta lucha contra las dificultades? A continuación, planteamos algunas estrategias. ¡Esperamos que te sirvan!
Utiliza materiales manipulativos y ayudas visuales
El material manipulativo o las ayudas visuales, como los gráficos y los diagramas, pueden ayudar a ver y vivir las matemáticas y, por lo tanto, a acercarlas a los alumnos y reducir la abstracción.
Fomenta la práctica sistemática
Como reza el dicho, «la práctica hace al maestro». Debemos fomentar momentos de práctica donde trabajemos los contenidos mientras desarrollamos los procesos y la fluidez matemática. La práctica puede ser productiva (en la que, a partir de una pregunta abierta, presentamos al alumnado un contexto y un objetivo que requiere práctica para producir una respuesta), o bien reproductiva (que consiste en reproducir un procedimiento varias veces, sin ningún objetivo más allá de la simple repetición). En este caso, nos puede ayudar la tecnología entendida como un recurso para personalizar la práctica, atender a las dificultades del alumnado y trabajar los contenidos de manera más dinámica. ¡Prueba la experiencia con un applet.
Atiende la diversidad
El aula es diversa porque nuestros alumnos también lo son. Plantea actividades de suelo bajo y techo alto, donde invites a todos tus alumnos a empezar a pensar y, a la vez, que los que puedan tengan la oportunidad de ir más allá. La clave de la inclusión es evitar fragmentar la clase. Si quieres leer más sobre cómo atender a la diversidad, te recomendamos este artículo de nuestro blog.
Refuerza las habilidades socioemocionales
Ayuda a tus alumnos a desarrollar una actitud positiva hacia las matemáticas elogiando su esfuerzo y progreso en vez de solo su resultado final. Anímalos a perseverar y a no rendirse, y recuérdales que no deben temer al error.
En general, los bloqueos en matemáticas son comunes, pero se pueden superar con la mentalidad y las estrategias correctas. Si fomentas una mentalidad de crecimiento, proporcionas muchas oportunidades de práctica y usas materiales prácticos y ayudas visuales, puedes ayudar a tus alumnos a superar las inseguridades en matemáticas y a disfrutar del aprendizaje.
El esfuerzo en el aprendizaje de las matemáticas
De todos modos, no podemos finalizar el artículo sin mencionar que la dificultad es un elemento esencial en el aprendizaje. Como maestros, debemos aclarar que aprender matemáticas supondrá una dificultad, pero que, desde una perspectiva didáctica, la podemos aprovechar para que juegue a favor del aprendizaje. De hecho, la idea de esfuerzo o lucha (del inglés, struggle) no es exclusiva de las matemáticas, pero sí esencial para el crecimiento intelectual. Por eso, diferentes expertos como Hardy, Dewey o Piaget plantean que, lejos de evitar estas dificultades, debemos plantear momentos de lucha y esfuerzo para enseñar matemáticas. Debemos presentar problemas incómodos que fomenten aún más la discusión y el debate en busca de una buena estrategia, y transmitir que las dificultades son una parte inherente de la actividad matemática; la satisfacción que se siente al resolver un problema es directamente proporcional a la lucha y el esfuerzo necesarios para resolverlo.