¿La tecnología puede llegar a sustituir el rol del profesor en el aula?
Nada sustituye el impacto de un maestro en un alumno, ni en un grupo. El problema aparece cuando su atención se divide entre más de 25 alumnos simultáneamente. Es allí donde la tecnología genera valor. Actividades autoasignadas adaptadas a las necesidades individuales, ejercicios que se autocorrigen, que dan feedback instantáneo a los estudiantes con ayudas adaptadas, informes que muestran al maestro el progreso de su clase, sistemas de recomendación de contenido que tienen en cuenta el currículo y la situación particular de cada grupo. En pocas palabras: la tecnología bien entendida ayuda a personalizar la experiencia de aprendizaje.
¿De qué manera la tecnología ayuda al aprendizaje basado en evidencias?
La tecnología también genera valor a la hora de recabar datos sobre el aprendizaje de los contenidos y la progresión de cada alumno. En la evaluación (entendida como evaluación formadora, no sumativa) no es importante solamente la foto del momento en que se encuentra el alumno. Es crucial poder tener más perspectiva y ver de dónde parte y cuál viene siendo su recorrido, para poder ofrecerle las mejores herramientas de avance. La tecnología nos permite esa mirada amplia y a la vez muy pormenorizada. Así, el docente puede dedicarse a gestionar la clase, facilitar la conversación y asegurarse de generar un ambiente de aprendizaje competencial en el aula.
La tecnología libera al maestro de las tareas de menor valor, pero imprescindibles, para que él pueda centrarse en ayudar a crecer a sus alumnos.