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La atención a la diversidad es un de los grandes retos que tiene la educación y, en especial, la educación matemática. Es por eso que desde Innovamat hemos llevado a cabo una prueba piloto de implementación de uno de los marcos más extendidos, la respuesta a la intervención (RTI, por sus siglas en inglés).

La RTI es un marco de optimización de recursos educativos. Es decir, es una teoría que define cómo y cuándo hacer detección e intervención de dificultades de aprendizaje de forma que utilicemos los recursos educativos de la mejor manera posible y, por lo tanto, podamos llegar al máximo número de niños. La RTI ha demostrado ser mejor que otros modelos de atención a la diversidad, y es de uso habitual en las escuelas de países como Estados Unidos, Finlandia o Países Bajos.

¿Cómo funciona la RTI?

La primera idea principal de la RTI es que las intervenciones educativas, cuanto más tempranas son, mejores resultados tienen. Esto quiere decir que no tenemos que esperar que los niños muestren síntomas de tener dificultades para aprender, sino que nos tenemos que avanzar y buscar estas posibles dificultades antes de que sean demasiado evidentes. En otras palabras, tenemos que superar el modelo actual de «esperar a que algo falle».

La segunda idea principal detrás de la RTI está definida por el DSM V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, por sus siglas en inglés), que dice que no podemos hacer una detección formal de dificultades de aprendizaje sin antes haber realizado una intervención de un mínimo de entre 4 y 6 meses de duración. El motivo es que puede haber niños con un rendimiento bajo por culpa de causas diferentes a una dificultad cognitiva diagnosticable. El razonamiento es: llevemos a cabo una intervención para determinar qué alumnos responden positivamente y se ponen al día (esto querría decir que no tienen ninguna dificultad cognitiva) y qué alumnos, incluso después de la intervención, siguen mostrando dificultades (lo que significaría que necesitan una atención más específica).

Así pues, la implementación más habitual del modelo RTI pasa por una criba universal de rendimiento (en nuestro caso, matemático) a través de un examen a principios de 1º de primaria, seguido de una intervención de entre 12 y 16 semanas que acaba con otro test para medir si los alumnos han respondido a la intervención, o no. A partir de aquí, se toman las decisiones correspondientes sobre los alumnos que no han respondido a la intervención y que, por lo tanto, son candidatos a una detección formal de alguna dificultad específica de aprendizaje (por ejemplo, en el caso de las matemáticas, la más habitual es la discalculia, la dificultad para entender el concepto de número y manipularlo en operaciones aritméticas básicas).

Estudio y resultados del ARTIST

Siguiendo el modelo, el curso pasado desarrollamos las herramientas que permiten una criba universal de rendimiento matemático, así como las herramientas para hacer una intervención. Además, pusimos a prueba su eficacia comparando los alumnos de 1º de primaria de 5 escuelas diferentes (149 alumnos) que recibieron la intervención (en adelante, escuelas con intervención) con los alumnos de 8 escuelas diferentes (269 alumnos) que no la recibieron (en adelante, grupo control). A los alumnos de las 13 escuelas se les realizó una prueba de rendimiento matemático en enero. Después, empezamos la intervención con el 30 % de los alumnos con rendimiento más bajo de las 5 escuelas con intervención. Esta consistía en trabajar con la App Innovamat unas actividades especialmente creadas para este tipo de alumnos de rendimiento bajo, durante 15 minutos al día, 4 días a la semana, durante 15 semanas, y siempre fuera del horario habitual de matemáticas. Después, se volvió a pasar el test a los alumnos de las 13 escuelas.

Los resultados muestran que esta práctica extra se realizó de manera satisfactoria y que los estudiantes del grupo con intervención mejoraron significativamente, más que sus compañeros del grupo control en cuanto al rendimiento en matemáticas (Figura 1), y también que salen de la zona del régimen de bajo rendimiento (por debajo del percentil 30) y de la zona de riesgo de dificultades de aprendizaje de las matemáticas (por debajo del percentil 15) significativamente más que los alumnos del grupo control (Figura 2).

Con estos resultados, concluimos que hemos podido desarrollar e implementar con éxito un marco de RTI con una herramienta escalable y relativamente fácil de implementar en todas las escuelas que hacen Innovamat y que lo deseen. De este modo, seguimos trabajando para ayudar a los maestros.

Figura 1. Comparación de las diferencias entre la fluidez aritmética aditiva antes y después del periodo de intervención, dada en operaciones totales corregidas, por los tres grupos del estudio: el grupo «No» corresponde a los alumnos de las 13 escuelas que han obtenido una puntuación igual o superior al percentil 30. Los grupos «Necesario» y «Sí» son los de las 8 escuelas de control y 5 de intervención, respectivamente, que han obtenido una puntuación inferior al percentil.
Figura 2. Porcentaje de alumnos que se mantienen A) por debajo del percentil 30 (régimen de rendimiento bajo); B) por debajo del percentil 15 (régimen de riesgo de discalculia), según si tuvieron o no intervención.
  • Eudald Correig

    Licenciado en Física por la Universidad de Barcelona, tiene un máster en Física Teórica y Matemática por la Universidad de Utrecht y un posgrado en Teoría de Cuerdas por la Universidad de California en Santa Cruz. Ha trabajado en inteligencia artificial aplicada a cognición y a dificultades de aprendizaje. Actualmente, es profesor asociado en el grado de Medicina de la Universidad Rovira i Virgili y director de investigación en Innovamat.

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